Este editorial está inspirado en la victoria de la Selección Colombia hace unas semanas contra Brasil, equipo al que nunca le había ganado en unas Eliminatorias. El protagonista principal de esta hazaña se llama Luis Diaz, jugador de futbol del Liverpool y la Selección Colombia.
Su padre fue secuestrado semanas antes de manera cobarde por el ELN y cuando lograron su liberación, el mencionó que quería marcar un gol en ese partido que se jugaría en Barranquilla. Cuan grande habrá sido su motivación que termina marcando 2 goles y dándole una alegría por supuesto a su padre, pero también a un país.
Es que no hay arma más poderosa que la motivación en la búsqueda de objetivos complejos.
La motivación, ya sea intrínseca o extrínseca, juega un papel crucial en la forma en que abordamos los desafíos y perseguimos nuestros objetivos. La motivación intrínseca se origina desde dentro, impulsada por el interés personal, la satisfacción y el disfrute de una actividad en sí misma. Por otro lado, la motivación extrínseca proviene de factores externos, como recompensas tangibles o la evitación de consecuencias negativas.
Cuando exploramos la motivación intrínseca, nos sumergimos en la idea de que la verdadera pasión y compromiso se derivan de la conexión personal con una tarea. En Intalent, consultora que presido, hemos creado una teoría alrededor de la Trilogía del Éxito donde confluyen elementos como la pasión, el talento y la disciplina. Los seres humanos encuentran satisfacción cuando se sumergen en actividades que encuentran significativas y alineadas con sus valores. Un ejemplo clásico lo vemos en los chicos pequeños cuando encuentran un tema que les resulta fascinante.
He visto a mi hijo, con motivación intrínseca, obsesionarse con nuevos temas que encuentra interesantes. Un día fueron los planetas, al siguiente los dinosaurios y después vinieron los Legos.
No obstante, la motivación extrínseca desempeña un papel significativo en diversos aspectos de la vida. Los incentivos externos, como el reconocimiento, los premios o las promociones, pueden ser poderosos impulsores para lograr metas específicas. Aunque estos factores externos pueden no estar inherentemente ligados a la tarea en sí, pueden influir considerablemente en nuestro comportamiento y rendimiento.
Es crucial reconocer que ambas formas de motivación no son mutuamente excluyentes y a menudo coexisten en nuestras vidas. En entornos laborales, por ejemplo, la compensación económica puede ser un motivador extrínseco, pero el disfrute intrínseco del trabajo también desempeña un papel fundamental. La combinación equilibrada de ambas puede resultar en un rendimiento óptimo y una mayor satisfacción personal.
Fomentar la motivación intrínseca dentro de las organizaciones implica proporcionar oportunidades para la autonomía, la maestría y el propósito. Cuando las personas sienten que tienen control sobre sus acciones, pueden desarrollar habilidades y ven un propósito claro en lo que hacen, la motivación intrínseca florece. Este es uno de los retos más importantes para empresarios y emprendedores. Las nuevas generaciones que se insertan al mercado laboral, llámense millenials o centennialls, encuentran su motivación para trabajar en algo que va más allá del dinero.
Estas nuevas generaciones necesitan entender cuál es el propósito que persiguen las empresas con las que trabajan para motivarse a dar el 100.
Para cerrar, a todas las personas que nos están leyendo, los invito a levantarse por las mañanas y tomarse un momento para recordar por qué y por quien van a trabajar en ese día. En esa respuesta encontraran el combustible necesario para salir a la cancha y darlo todo. Y romper récords cada vez más grandes como el de Luchito Diaz, que inspiro mi editorial de hoy.